lunes, 29 de junio de 2009

Lecturas de JerOglíficOs



Busco en la maraña
de afectos extraviados
El abrazo que no te di
Palabras que no entiendo
Significado de temprano

Averiguo atinarme contigo
Si es que ya no te perdí
Tiempos de antorchas
Señalan que en nuestra sangre
Nunca es invierno

Me desvelo y te sueño

Busco en la mañana
de sentimientos traspapelados
El acorde de tu respiración
Petroglifos que interpreto
Pactos del ocaso matutino

Indago por ti
Especulo si no te confundí
Épocas de solsticio
Imprimen herencia
Donde siempre es verano

Te desvelo y me sueño

jueves, 11 de junio de 2009

Límites reducidos o la finitud de lo inabarcable

'En cualquier formalización consistente de las matemáticas que sea lo bastante fuerte para definir el concepto de números naturales, se puede construir una afirmación que ni se puede demostrar ni se puede refutar dentro de ese sistema.’
............................................................................................... Kurt Gödel 1906-1978





Substraigo de la reminiscencia de la flor
ademanes matemáticos
Para deducir la hipótesis de lo bello

La tarde inocua,
fluye sin permisos ni licencias
Axiomas que justifican alguna incertidumbre

Recurro a los avatares,
disfraces de sensatez cartesiana
Litigio con marcos escurridizos

Empiezo a derivar
Conjuntos, sistemas
Juicios abisales

…y sigo el recorrido del guarismo
Inabarcable aunque circunscrito
Sésil en un mar de dudas

Me distraigo un instante

Araña impávida
que recrea la unidad modular
en su recreo y oficio

Oficio liturgias inasibles,
pesquisa de la respuesta verdadera
Singulares razones plurales

Un pez que se muerde la cola
La mano que dibuja la mano
Caballo montado por dos jinetes

Intento buscar más allá del accidente,
significado prolífico para alentados dilemas
Cual proporción inestable

Si llego al fondo de la cuestión
Descubro otra pregunta
que me mantiene vertiginosa

Al margen de los malabarismos numéricos

Tropiezo en un concepto
Que no logro entender
in [finito]









Nota:

Este poema ha empezado a gestarse hace mucho tiempo, en un paseo inolvidable en el que yo enseñaba a mi querido Tío Vicente, la ciudad de la que me había enamorado. Algún día, intentaré escribir sobre él; era aquél tío que si no lo has tenido, a todos nos habría gustado tener. Un genio estrafalario, que tanto podía organizar un rescate de una avioneta en Groenlandia, como hablar de algoritmos de transmisión de datos por ordenador vía teléfono, cuando Internet era tan sólo una entelequia.

Aquél día, entre mi paso apresurado y sus piernas cansadas, cargando con algo de sobrepeso, me siguió, ilusionado con lo que yo le enseñaba (pobre… le hice sudar la gota gorda). Discurría sobre una infinidad de temas fascinantes, las conexiones entre la música y las matemáticas, los fractales y la teoría del caos u otras historias más prosaicas, aunque no menos sustanciosas… De eso ya hace muchos años.
Tío Vicente ya navega por otros mares situados en desconocidas dimensiones, yo ya no vivo en aquella ciudad; pero de tanto en tanto me vienen retales de aquella tarde calurosa. Al final del día, me quería regalar un libro - Gödel, Escher y Bach: un Eterno y Grácil Bucle de Douglas Hofstadter. Escher y Bach, me gustaban pero de Gödel sólo sabía que había sido un ilustre matemático. El libro no lo encontramos y al final me regaló La Teoría del Caos de James Gleick (que aunque sea un libro fascinante, resulta un poco difícil para los no duchos en el tema).
Hace unos meses, por uno de esos ‘azares’ de las búsquedas por palabras, topé con ‘los Teoremas de la Incompletitud de Gödel’; aunque todo eso para mí era y son palabras mayores, me quedé con la esencia del tema (intuición de poesía en estado puro), fermentando una idea en mi interior.
Hace unos días, tuve la gran suerte de conocer el blog de Enrique Sabaté, y el poema que había publicado entonces, me conectaba otra vez con los Teoremas de Gödel. A partir de un comentario que le dejé, Enrique me lanzó un reto en forma de soneto, a lo que yo, por lo temeraria que soy, recogí.
Así, después de muchas vueltas salió la finitud de lo inabarcable que dedico al Tío Vicente y a Enrique.
Gracias